Por: Nazario Castrillo
Niebles; Coach Personal y Formador Empresarial.
Cuantas veces, de nuestros
labios han salido expresiones tales como: “No puedo hacerlo”, “No me merezco
eso”, “Es imposible de lograrlo”, o tal vez; “No estoy preparado para hacer eso”,
“No tengo la experiencia suficiente”, “No poseo los conocimientos necesarios”,
etcétera. Todas esas expresiones que inicialmente son ideas limitantes, posteriormente
se transforman en creencias limitantes, hasta llegar a convertirse en barreras
mentales. Son frases que las hemos incorporado poco a poco en nuestro lenguaje,
porque las venimos escuchando desde niños; y ahora como adultos, involuntariamente
las pronunciamos sin ningún tipo de control, no conociendo el impacto, ni
midiendo mucho menos el alcance que tienen las mismas sobre nuestra estructura
mental y sobre nuestro espíritu.
Todas esas expresiones que inicialmente son ideas limitantes, posteriormente se transforman en creencias limitantes, hasta llegar a convertirse en barreras mentales.
Son tan “peligrosas” y
tóxicas éstas expresiones, que terminan convirtiéndose en patrones errados de
comportamiento, en paradigmas, en muros difíciles de saltar, en cárceles
mentales de donde es imposible escapar. Sencillamente, quien las utiliza en su
léxico, termina haciéndolas parte de su diario vivir y actúa conforme a esas
palabras.
El rey Salomón; considerado
uno de los hombres más sabios de la historia dijo: “Porque cual es el pensamiento del hombre en su corazón, tal es él”
(proverbios 23:7) queriendo decir con esto, que somos lo que
pensamos, y que somos lo que creemos. Si nuestro pensamiento está dominado por
ideas limitantes; entonces viviremos una vida llena de limitaciones y
carencias, si nuestro pensamiento es de continuo hacia la enfermedad; entonces,
cuanta plaga o mosco vuele, terminará produciendo en nuestro cuerpo una
enfermedad. Nuestras palabras tienen la capacidad de atraer las situaciones sean
buenas o malas. Con éstas afirmaciones, cobra vida la famosa expresión - “Cuerpo
sano en mente sana”- porque una
mente intoxicada con ideas y creencias limitantes, que producen frustración y
conformismo, que generan una conducta apática y sin ilusiones, que frenan el
desarrollo personal, no es una mente sana, es una mente enferma que necesita
urgentemente un tratamiento.
Nuestras palabras tienen la capacidad de atraer las situaciones sean buenas o malas.
Las
personas que manejan este tipo de expresiones, lo que buscan con ellas, es
tapar la desnudez de su incompetencia, es excusarse, para no salir de su zona
de comodidad, es querer “evitar la fatiga” como diría un personaje cómico
mexicano.
Es
que las ideas y creencias limitantes, son como una enorme roca sobre la espalda
de quien las posee, pues no deja avanzar ni mucho menos crecer a quien las
utiliza. Son como ladrones que se roban los sueños de quienes las tienen, como
asesinos en serie, que va matando de manera sistemática, una a una, todas las
ilusiones y las expectativas de quienes las poseen.
Son como ladrones que se roban los sueños de quienes las tienen
Ahora
me queda más claro, cuando el mismo rey Salomón dijo: “La vida y la muerte están en el poder de la lengua” (proverbios
18:20) porque las personas con ideas y creencias limitantes secretan más
cortisol; hormona que regula muchos procesos en el cuerpo humano, que una
persona sin ellas. Porque un incremento del cortisol, termina debilitando la
actividad del sistema inmunológico, -sin dejar de mencionar- su efecto directo
sobre la insulina, el colágeno, la secreción gástrica y renal, los niveles de
sodio y potasio, solo por mencionar algunos ejemplos.
Las
ideas y creencias limitantes, son signos visibles de la baja autoestima, de la
falta de amor propio, de la falta de confianza, de miedos y de temores –algunos
infundados, otros adquiridos-, pero sea cual sea su origen, terminan
produciendo enormes perjuicios sobre quienes las tienen.
Las ideas y creencias limitantes, son signos visibles de la baja autoestima, de la falta de amor propio, de la falta de confianza, de miedos y de temores
Si
estás leyendo éste artículo, y te ves reflejado en él, te invito a hacer un
alto en el camino, a reinventarte, a vaciar el “basurero” que tienes en tu
mente, a sacar las “cucarachas” que deambulan de aquí para allá por tus
pensamientos. Hazlo primero por tu salud física, y después por tu salud mental
y espiritual, pero no se te olvide hacerlo también por tu familia.
Tienes
derecho a ser feliz, tienes derecho a disfrutar de mejores oportunidades en la
vida, tienes derecho a que te sea devuelto todo lo que la vida te robó, tienes
derecho a cambiar tu presente y mejorar tu futuro, tienes derecho a comer y
vestir espléndidamente, posees las competencias suficientes para ocupar los
mejores puestos de trabajo que ofrece este país, posees las habilidades
necesarias para sacar adelante cualquier proyecto que inicies, tienes los
talentos naturales o adquiridos necesarios para brillar con luz propia, tienes
la salud suficiente para alcanzar cualquier meta que te propongas, tienes los
recursos necesarios para alcanzar todos los objetivos que te fijes, entonces ¿Qué
te limita? ¿Qué te frena? ¿Qué te bloquea?
Permíteme
terminar con otro pasaje del libro más importante de la humanidad: “Tu camino es como la luz de la aurora, que va
en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18). Esa es tu
verdadera realidad, ese es el predestino y la finalidad de tu vida, ir en
aumento, ir creciendo hasta alcanzar la plenitud.