Por: Nazario Castrillo
Niebles; Coach personal y Formador Empresarial.
Aún recuerdo las palabras de
mi madre cuando me decía en los días de mi adolescencia: “Mijo estudia, para
que consigas un buen trabajo y puedas mantener a tu familia” En su sabiduría,
mi madre deseaba para mí, lo que toda madre desea para sus hijos; bienestar, y
que no me faltara nada en la vida.
De niños venimos “adoctrinados”
a vivir en una zona de comodidad laboral; primeramente, enseñada por nuestros
padres y maestros, luego reforzada por la sociedad cuando iniciamos nuestra
vida laboral. Venimos predestinados a convertirnos en unos asalariados de
tiempo completo, y prueba de ello, es ver a muchos profesionales recién graduados
o con experiencia, “inundar” las ciudades y los sitios web especializados en la
búsqueda de empleo, con hojas de vida; algunas de ellas muy completas -otras- bastante
sencillas. Aún recuerdo, como si fuera ayer; a un emprendedor, publicar una
oferta de empleo en un periódico local, la asistencia fue masiva, pero cuando
él empezó a explicar el alcance de la oferta -que no era otra cosa- que
convertirse en emprendedores como él y juntos alcanzar unos objetivos; en pocos
minutos, el sitio de reunión estaba vacío, todos se habían ido. Así es la
mentalidad de muchas personas.
De niños venimos “adoctrinados” a vivir en una zona de comodidad laboral
Como si fuera poco, en épocas
electorales, se escucha a los candidatos prometer; que en sus periodos al
frente de una corporación, llámese Alcaldía, Gobernación o Presidencia,
generaran un determinado número de puestos de trabajo; y aquel, quien mejor plantee
esta promesa, se llevará la intención de voto de los electores.
Y es que el sueño de todos,
es tener estabilidad económica, gozar de un buen servicio de salud, disfrutar
de una pensión de jubilación, tener casa propia, carro, educar a los hijos, y
otros deseos más que, según el parecer de algunos, solo lo da un buen empleo.
Estudiar y conseguir un
trabajo es sinónimo de éxito para muchos, y una vez logrado, el próximo objetivo
es conseguir un ascenso y una mejora salarial. Al contrario, el emprendimiento
es visto en algunos hogares como una locura; en otros, como una esperanza, y en
otros; como la única salida posible para seguir adelante.
Estudiar y conseguir un trabajo es sinónimo de éxito para muchos, y una vez logrado, el próximo objetivo es conseguir un ascenso y una mejora salarial.
Retomando
lo anterior, mucha gente se acostumbra a su salario, se acostumbra a recibir un
valor quincenal o mensual y aunque sea poco, se siente satisfecho, se conforma
con él, y lo más importante, se siente seguro
y en consecuencia de ello, seguirá en el mismo
lugar por mucho tiempo, ajustando su nivel de vida a sus ingresos.
La capacidad de sacrificio,
entrega y tesón que se necesitan en un emprendimiento, sobretodo en sus inicios,
es un “precio” que muchos no están dispuestos a pagar, y por eso; le siguen
apostando a buscar otro empleo en caso que el anterior o actual se pierda por
alguna razón. Renunciar al nivel de vida que obtuvieron con su empleo anterior
o actual es una propuesta completamente atrevida e irrespetuosa y salida de
todo contexto -dirían algunos-. Cambiar lo “seguro” que ofrece un empleo por la
“inseguridad” y el “riesgo” de un emprendimiento es para locos, soñadores y
rebeldes.
La capacidad de sacrificio, entrega y tesón que se necesitan en un emprendimiento, sobretodo en sus inicios, es un “precio” que muchos no están dispuestos a pagar
A las personas que tienen
esta línea de pensamiento, se les olvida que son los emprendedores y no los
empleados, los que jalonan la economía de un país. Romper este paradigma es difícil,
y a un grupo de personas les “ha tocado” convertirse en emprendedores después de
pasar muchos años de sus vidas; quizás siendo los mejores empleados, y
apareciendo en los cuadros de honor de una empresa en particular.
Me sorprende oír las
respuestas de algunas personas que están iniciando un emprendimiento. La única explicación
posible que dan a la pregunta ¿por qué iniciaste este negocio? es: “por no
tengo un trabajo” o “mientras consigo otra cosa mejor” cuando perfectamente
podrían estar iniciando el mejor momento -y porque no- el más productivo de sus
vidas.
Muchos aún; en especial, los
mayores de 50 años, siguen viviendo de las glorias del pasado, de lo “bien” que
estaban cuando trabajaban en tal compañía, aferrados a un pasado que los olvidó
por completo y desperdiciando todas las oportunidades que les ofrece el presente
y el futuro. Otros tantos, se sienten desilusionados por haber perdido el trabajo
al cual le dedicaron toda su vida, y no se reinventan, sino que van por la vida
hablando de lo que hacían acá o allá, no han sido capaces de mirar más allá de
sus narices, se están perdiendo de la “adrenalina” que produce el acto de
emprender, no son capaces de ver, lo creativo e innovadores que pueden ser, de
sacar ese “vendedor más grande del mundo” que llevan por dentro, y que hace
años está tocando la puerta de sus mentes, pidiendo a gritos una oportunidad
para manifestarse. Se están perdiendo de la satisfacción que produce trabajar
un día para uno mismo, que 20 años para otro. Se están perdiendo de la
oportunidad de conocer otros emprendedores como él, que no creyeron a las
mentiras del sistema, sino que materializaron su idea creativa de negocio. Se están
perdiendo de conocer nuevos clientes, nuevos proveedores, nuevos colaboradores,
de vivir nuevas experiencias todos los días. Se están perdiendo de la oportunidad
de ampliar su horizonte de oportunidades, de buscar “océanos azules”, de leer
libros estupendos, de escuchar historias de vidas realmente motivadoras.
Muchos aún; en especial, los mayores de 50 años, siguen viviendo de las glorias del pasado, de lo “bien” que estaban cuando trabajaban en tal compañía,
Definitavamente hay que emprender y gozar !!
ResponderBorrarAsí es Maritza, quien lo vive es quien lo goza.
ResponderBorrar